Un sitio emblemático y significativo de Altos de la Florida ,en Soacha, es el árbol del amor. Sentado bajo sus ramas pienso, después de una jornada más, en la familia de Alexandra Martínez, de Ana Raquel y Kendry Bacc; sus historias junto con las de millones de desplazados colombianos me hacen entender un poquito mejor todas las carencias y necesidades por las que están pasando.
Hoy he podido disfrutar de unas familias que me han invitado a sus humildes y precarias estancias, llenas de calor humano y escasas en comodidades.
Kendry, que vive con su suegra, su mujer y sus dos hijos, la niña de sólo dos años, me cuenta que duermen en colchonetas en el suelo para evitar hacerlo directamente sobre la tierra.
Alexandra no es capaz de mantener el llanto cuando me cuenta que las FARC se llevaron a su marido y a ella le dieron venticuatro horas para desaparecer de su granja con sus cuatro hijos; por ellos sería capaz de hacer cualquier cosa, incluso llegar a Soacha sin nada y pedir por las casas que la dejaran dormir en cualquier sitio para poder protegerlos. La realidad de estas historias es tan cruel que Alexandra necesita contar y yo escuchar.